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Francisco Castelló y una imagen de una peregrinación a Roma de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña |
Francisco de Paula Castelló y Aléu (Alicante, 19 de abril de 1914 - Lérida, 29 de septiembre de 1936) fue un ingeniero católico español. Estudió ingeniería en la Universidad de Barcelona y fue uno de los fundadores de la Acción Católica en su ciudad. Beatificado en 2001 por el papa Juan Pablo II.
La familia Castelló Aleu era una familia católica, humilde y feliz de Lérida. Su madre había estudiado magisterio, pero se dedicaba a las labores de casa. El padre era electricista, había recibido una oferta de trabajo en Alicante y allí nació Francisco el 19 de abril de 1914.
Tenían dos hijas mayores, Teresa y María. A los 4 meses de su llegada a Alicante, fallece súbitamente el padre y la madre decide volver con sus tres hijos a Lérida y retomar su trabajo como maestra mientras formaba a sus hijos.
Francisco ingresó interno en el colegio de los maristas de Lérida, estando estudiando aquí el bachillerato le comunicaron la noticia de la muerte de su madre. Tenía dos hermanas, y eran huérfanos. El jesuita Joan Calaf, y su tía María Castelló, se hicieron cargo de ellos. Francisco terminó el bachillerato brillantemente.
En 1929 fallece la madre, Francisco tenía 15 años. Una tía acoge a los tres hermanos en Lérida para que puedan continuar sus estudios.
Becado marchó a estudiar Química al Instituto fundado por el padre Eduardo Victoria, en 1930. Trabajó, y su nómina no llegaba a casa, porque se mostraba solidario con los pobres. En su vida tendrán mucha importancia los Ejercicios Espirituales, que le ayudarán a centrar su vida espiritual. Fue un joven que irradiaba alegría. Mientras estudiaba en Barcelona, se produjo la República y la creación de la Generalitat, aunque Francisco la apoyó, decidió no entrar en política al darse cuenta la persecución religiosa. El Instituto jesuita donde estudiaba fue incautado, y junto con su amigo jesuita Román Galán, terminó sus estudios, en Oviedo, donde obtuvo la Licenciatura en 1934.
Regresó a Lérida donde trabajó y observó las necesidades de instrucción de los trabajadores, por eso ingresó en el Movimiento de Jóvenes Cristianos de Cataluña, dependiente de la Acción Católica. Conocidos como los “Fejocistas” constituyeron un fuerte movimiento cristiano de juventud; más de 300 murieron por la fe durante los días de la guerra civil. La razón del Movimiento fue la formación y la acción; centrada sobre todo entre los más marginados de la sociedad. También se ocupó del Movimiento Scout. Fue socio del Centro Excursionista de Lérida. En 1935 trabajó como ingeniero químico en la fábrica Cros S.A. de Lérida.
En 1936, se comprometió con María Pelegrí Esquerda, Mariona, a quien amó profundamente. En este mismo año ingresó en el ejército de la República como soldado de complemento. Fue un buen soldado y no escondió su condición de cristiano. La guerra civil le sorprendió mientras realizaba el servicio militar que, consciente de la gravedad del momento, no quiso esconderse, sino ofrecer su juventud –tenía 22 años- en sacrificio de amor a Dios y a los hermanos, dejándonos tres cartas, ejemplo de fortaleza, generosidad, serenidad y alegría, escritas antes de morir a sus hermanas, a su director espiritual y a su novia, María Pelegrí. “No puedo sentir pena alguna por mi suerte. Una alegría extraña, interna, intensa, fuerte, me invade. Quisiera hacerte una carta triste de despedida pero no puedo. Estoy todo envuelto en ideas alegres, como de un presentimiento de la gloria”.
En el momento del Alzamiento, fue arrestado por ser cristiano, pero se le ofreció la libertad, si escondía su fe. Pasó en prisión dos veces, siempre estaba alegre, a pesar de los insultos de sus guardianes.
“Presidente .—¿Qué respondes a las pruebas que te acusan de fascista?
Castelló.— Yo no soy fascista, ni he militado en partido alguno.
Fiscal .— Tenemos pruebas. En tu domicilio y en el despacho donde trabajabas encontramos libros escritos, que demuestran tus contactos con dos naciones fascistas.
Castelló .—En mi casa y en los laboratorios de la fábrica solo habréis encontrado libros de estudio. Por mi condición de químico estudiaba el italiano y el alemán, pues son dos idiomas imprescindibles para tales ciencias. Y, como no existen en Lérida profesores idóneos de estas asignaturas, para mayor facilidad, tomaba las lecciones por la radio. Las emisoras respectivas, como hacen otras inglesas y americanas, me enviaban folletos. No me movía otro afán que el de perfeccionarme en mi profesión”.
Francisco Castelló había conseguido un puesto como ingeniero químico en la empresa Cros de Lérida. Y lo había conseguido superando obstáculos infranqueables. Cuando le juzgaron solo tenía 22 años, pues había nacido el 19 de abril de 1914. Con quince años se quedó huérfano de padre y de madre, y con dos hermanos menores que él.
Gracias a la ayuda de una hermana de su padre, la tía María, pudieron salir adelante los tres hermanos. Francisco Castelló consiguió una beca en el Instituto Químico de Sarriá, centro de formación superior que habían establecido los jesuitas en 1925, tras regresar después de siglo y medio, al haber sido expulsados en el siglo XVIII. Y cuando el Gobierno de la Segunda República volvió a expulsarlos y cerró el Instituto Químico de Sarriá, Francisco Castelló se trasladó a la Universidad de Oviedo, donde concluyó sus estudios de Química.
El joven Castelló presidió una de las secciones de la Federación de Jóvenes Cristianos de Cataluña. Por las noches, colaboraba en las enseñanzas nocturnas, que se impartían a los obreros en el barrio del Canyeret. Y además de su tiempo, Castelló también entregaba una parte de su sueldo como ingeniero de la empresa Cros para ayudar a la capacitación escolar de estos obreros.
Toda esta actividad tenía como motor el sentido cristiano de la vida que inspiraba sus quehaceres apostólicos, como demuestra alguno de sus pensamientos, que dejó por escrito para sus compañeros, como este lema: “Las almas hemos de ganarlas con esfuerzo y oración”. Y para que no hubiera ninguna duda de la exigencia radical de sus apostolados, decía a los suyos: “En el apostolado no os tiente nunca ni la silla cómoda, ni la cosa fácil. Sed personas de alpargata
Por todo lo dicho, se entiende que Francisco Castelló fuera persona muy conocida, como un cristiano coherente. Ese era el delito por el que el tribunal que le juzgó ya le había condenado a muerte antes de que comenzara el interrogatorio sobre el carácter fascista de sus gramáticas de alemán y de italiano. Y para que no hubiera lugar a dudas, el fiscal le lanzó todo su odio en forma de esta pregunta:
Francisco Castelló fue fusilado el 29 de septiembre de 1936. Pero la noche anterior a ser martirizado, pudo escribir una carta a su novia, Mariona Pelegrí, con la que estaba formalmente comprometido desde hacía unos pocos meses. Mariona era la cuarta de una familia de siete hermanos y pertenecía a Acción Católica.
Francisco Castelló fue beatificado por San Juan Pablo II el 11 de marzo de 2001
Sus restos yacen en la Fosa Común de los Mártires de Lérida del cementerio de esta ciudad, junto a otros 15 beatos y mártires, encabezados por Salvio Huix Miralpéix, obispo de Lérida.
Legado epistolar
Entre la multitud de cartas intercambiadas con su familia y su prometida Mariona Pelegrí, destaca su última carta a Mariona desde prisión al conocer la sentencia de muerte por declararse cristiano.
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Capilla dedicada al beato Francisco Castelló en la Iglesia de Sant Pere de Lérida |
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