miércoles, 19 de julio de 2023

Juan Duarte Martín

Fuente - Me lo recuerda un amigo y lleva toda la razón… sobre él nadie escribirá guión ni habrá película, pues claro no se trata de una víctima del franquismo sino del comunismo y del anarquismo asesino, disculpen la reiteración.

Su muerte y el sórdido ambiente en que sucedió son un ejemplar modelo de odio, crueldad y ausencia de cualquier rastro de humanidad, que fue el único motor de actuación de aquella izquierda sobre los que no pensaban como ellos y sobre todo sobre el catolicismo.

En primer lugar cabe preguntarse quién era ese español olvidado, hoy beatificado, llamado Juan Duarte Martín. Este joven mártir de mirada angelical y plena de amor nació en Yunquera, provincia de Málaga, el 17 de marzo de 1912. Sus padres eran Juan y Dolores.

 Accedió al Seminario de Málaga durante el período 1924-1925. Se ordenó como subdiácono en Granada y diácono en Málaga en aquel año 1936, vergüenza y dolor para nuestra memoria.

Tras permanecer oculto en su domicilio familiar, en la Calle Adelante 31 de su pueblo, Yunquera, fue delatado por una valiente vecina que lo descubrió, siendo de inmediato detenido por una turba de vecinos del pueblo enardecidos por milicianos de la F.A.I.

Fue trasladado en compañía de dos seminaristas, José Merino Toledo y Miguel Díaz Jiménez, a El Burgo, donde quedaron Merino y Miguel, y a él se lo llevaron a Álora, donde fue entregado al Comité, donde su presidente, Miguel Cárdenas, lo puso en manos de la patrulla de Antonio Sánchez Portela «el chato» y de Antonio Ortiz Romero «el melena».

Estos carniceros le hicieron padecer horribles torturas, como la aplicación de corrientes eléctricas en sus genitales y la introducción de pequeñas astillas bajo las uñas, además de pasearlo por las calles del pueblo desnudo con un palo introducido por el ano para diversión de la chusma al gusto, ejemplo y sin nada que envidiar a la guillotina revolucionaria francesa, y obligándole sin conseguirlo a que blasfemase.

También fue violado analmente a diario por todo aquel machote justiciero que lo desease. Se dice que fue penetrado por mas de 200 «hombres». También fue obligado a comer en el cuenco de un perro.

Para terminar, «el chato» procedió en un arranque de valentía justiciera, típico de estos criminales, herramienta de la República, navaja en mano a segarle completos sus genitales, pene y testículos, y los entregó a Inés Cuenca Palomo alias «la nona».
Esta tipa, exhibiéndolos en un plato, justificaba la brutalidad: «… Si va a ser cura ¿para qué los quiere?». Después, se los entregaron a 《Frasquita》, la posadera, para que se los prepararan bien fritos, pero ella se tapó la cara, y el miliciano se los echó a un perro, que los rechazó.

Tras esta secuencia gore, 《Frasquita》 ordenó a su hijo Pepe: «¡Toma eso y lo entierras en la cuadra que es de un santo!».

Después lo llevaron a un arroyo llamado «Bujía», pero como continuaba gritando 《¡Viva Cristo Rey!», procedieron a rematar la obra cortándole la lengua, para seguidamente abrirle en canal, le rociaron con gasolina y le quemaron agonizante.

Durante la exhumación su cadáver presentaba tres heridas de armas de fuego en la cabeza y una en el pecho, además de la amputación de genitales y apertura del vientre, con mucha sangre, que no se había derramado sino que se encontraba cuajada por el fuego dado que fue quemado vivo tras ser abierto.

Su cadáver, enterrado en el lugar del martirio, fue exhumado en el año 1937 y trasladado al cementerio de Yunquera, donde estuvo hasta su traslado al templo parroquial. Fue beatificado en Roma el 28 de octubre de 2007.

Estos son los ejemplos de los que no hablan los valientes abanderados de la República, el culto historiador Pachi López y todos sus socios blanqueadores del terrorismo y del crimen.. 

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