domingo, 9 de abril de 2023

Checas del bando republicano

Una checa o cheka era una instalación que durante la guerra civil española fue utilizada en la zona republicana al margen de las leyes para detener, interrogar, torturar, juzgar de forma sumarísima y asesinar a sospechosos de simpatizar con el bando franquista.​ Las checas fueron utilizadas principalmente por algunas personas o grupos relacionados con partidos y sindicatos que operaban en la zona republicana.


Por lo general, estas instalaciones eran conocidas por la calle donde se encontraban, o bien por el nombre de quien las dirigía. Aparte de las que dependían de organismos del Estado —como la conocida Checa de Bellas Artes, más tarde de Fomento, dependiente del Comité Provincial de Investigación Pública—,​ varios partidos políticos, ateneos, comités, sindicatos u organizaciones vinculados al Frente Popular o a la CNT dispusieron de una checa.

Recientemente se ha cuestionado el uso de la palabra checa —un término acuñado por la prensa y la propaganda del bando rebelde— para referirse a los centros de los diversos comités revolucionarios que se formaron tras el colapso del Estado republicano como consecuencia del golpe de Estado de julio de 1936, ya que se han destacado las diferencias que existían entre estos y la policía política soviética conocida como checa, de donde procede el término. «En el modelo ruso hubo desde el principio una coordinación directa entre el Gobierno y la policía política, no así en el caso español, donde los centros de los comités revolucionarios surgieron de forma independiente al Estado y sus intereses. 

Los comités revolucionarios nacidos de partidos y sindicatos, mayoritariamente obreros, fueron y se concibieron como comités, no como checas [El uso del término checa por los sublevados] cumplió una función a nivel nacional, simplificar al enemigo y deshumanizarlo, ligarlo a experiencias e injerencias externas enfrentadas a la “idea de España” promovida por los golpistas».

Se ha constatado la existencia de checas en la zona sublevada, denominadas checas azules. Es el caso de la checa azul de Sevilla situada en el edificio de los jesuitas en la calle Jesús del Gran Poder. 

Ubicación

El número total de checas existentes en España es discutido y varió según la época, pues no todas operaron de forma simultánea. César Vidal estima que fueron 331.​ Estaban ubicadas principalmente en Madrid,​ Valencia y Barcelona,​ muchas de ellas en pisos incautados o iglesias. A continuación, se enumeran algunas de las más conocidas:

Madrid

La mayoría de los historiadores suelen coincidir en que el mayor número de checas se concentró en la villa de Madrid, considerando que su número (variable según se consideren o no como checas a determinados organismos) no bajaba de doscientas.​ Algunas fueron:

También la Estación de Atocha de Madrid albergó una checa.
  • Comité Provincial de Investigación Pública (CPIP), conocido popularmente primero como Checa de Bellas Artes y luego como Checa de Fomento después de que el 26 de agosto de 1936 fuera trasladada su sede desde su ubicación original en el Círculo de Bellas Artescalle de Alcalá 42, al número 9 de la calle Fomento. El CPIP fue creado el 4 de agosto de 1936 por iniciativa del nuevo director general de SeguridadManuel Muñoz Martínez, con la intención de implicar a sindicatos y partidos de izquierda en el mantenimiento del orden público de la capital bajo un cierto control oficial y la cobertura legal que proporcionaba la creación de seis tribunales especiales. Los treinta puestos del comité se repartieron entre esos grupos y, ya desde el principio, la mayor influencia recayó en los anarquistas de CNT-FAI. Aunque el objetivo declarado inicialmente fue «contener asesinatos y excesos», los tribunales estaban formados por personas que no solo carecían de formación jurídica sino que a veces eran ellos mismos los delincuentes; los arrestos eran con frecuencia arbitrarios y las liberaciones podían terminar en «paseos» y asesinatos. La represión contra supuestos quintacolumnistas alcanzó una considerable magnitud e incluyó además múltiples sacas de presos. Tras el traslado del Gobierno de la República a Valencia el organismo fue disuelto por Santiago Carrillo el 12 de noviembre de 1936.​
  • Checa de la calle Marqués de Riscal, instalada en el Palacio de los Condes de Casa Valencia, que fue sede de Renovación Española, ubicado en el número 1 de la calle que le daba nombre.​ Estaba formada principalmente por socialistas del Círculo Socialista del Sur, aunque también contaba con militantes de Izquierda Republicana. Contaba con dos sucursales situadas en el número 7 de la Calle de Fernández de la Hoz y en el 17 de la calle de Caracas. Dependía orgánicamente de la Inspección General de Milicias Populares que dirigía el comandante Barceló, siendo encargado de inspeccionarla su colaborador Justiniano García. Solía perpetrar sus asesinatos en los altos del Hipódromo de la Zarzuela y en la Pradera de San Isidro. Mantuvo una estrecha relación con el ministro de la Gobernación, el también socialista Ángel Galarza, de forma que la mayoría de sus integrantes le acompañaron a Valencia cuando el Gobierno abandonó Madrid. Una vez allí, el ministro les encargó la creación de la checa de Santa Úrsula.
  • Checa de Narváez, ubicada en el número 18 de la calle de Narváez y dependiente del Ateneo Libertario de Retiro.​ Fue dirigida por Mariano García Cascales. En octubre de 1936 se trasladó al Restaurante Cóndor, situado en la Calle de Jorge Juan.
  • Checa de San Bernardo, ubicada en el convento de las Salesas sito en el número 72 de la calle de San Bernardo, y regentada por el PCE.​ Estaba dirigida por Agapito Escanilla de Simón, y contaba con la colaboración de un puesto de policía situado en la misma calle y de otro local sito en la calle de la Princesa. Los bienes requisados se llevaban a la Fundación Pasionaria, en la Ronda de Atocha.​
  • Checa de la Estación de Atocha, ubicada en el Salón Real de dicha estación ferroviaria​ y gestionada por las Milicias Ferroviarias de CNT dirigidas por Eulogio Villalba Corrales. En octubre se trasladó a la calle del Príncipe de Vergara.​
El Cine Europa de Madrid y los edificios aledaños convertidos en checa;
obsérvese el muro que la blinda

  • Checa de la Guindalera, ubicada en el número 9 de la calle de Alonso Heredia, situada en el barrio del mismo nombre. En ella se aplicaban torturas y se realizaban asesinatos.
  • Brigada de Servicios Especiales o Checa del Marqués de Cubas, ubicada en un piso incautado sito en la calle del Marqués de Cubas 19. Dependía directamente del subdirector general de Seguridad, Carlos de Juan Rodríguez, y estaba dirigida por Elviro Ferret Obrador, militante del Partido Sindicalista. Disponía de otra checa auxiliar en el número 22 de la calle de la Montera. Se caracterizó por el uso de la tortura y la realización de incautaciones.
  • Checa de la Agrupación Socialista Madrileña. Fue establecida por iniciativa de Enrique de Francisco, diputado y dirigente de la Agrupación Socialista Madrileña a partir de la preexistente Comisión de Información Electoral Permanente, un departamento de la Agrupación encargado del estudio del censo electoral que, por tal motivo, contaba con abundante información, y que estaba dirigido por Julio de Mora Martínez. Cuando la Comisión fue transformada en checa, fue reforzada con varios agentes policiales de reciente nombramiento y también afiliados al PSOE al mando del policía Anselmo Burgos Gil. Se instaló en un palacio incautado por dicho partido y que era propiedad del conde de Eleta sito en el número 103 de la calle de Fuencarral, circunstancia por la cual también es conocida como Checa del palacio del conde de Eleta.​
  • Checa de la comisaría de Buenavista. Esta Comisaría estaba dirigida por el agente ascendido Luis Omaña. Su segundo al mando, Santiago García Imperial, se caracterizó por abusar sexualmente de las mujeres cuyos familiares eran detenidos. En noviembre de 1936, la checa fue reforzada con un consejo político integrado por miembros del ya disuelto Comité Provincial de Investigación Pública.

  • Milicianos de una checa de Madrid Fuente: memoriarepublicana.com

Valencia

Septiembre de 1936 fue el peor mes de la represión en Levante. Se calcula que unas 4715 personas fueron asesinadas durante ese mes.​ Algunas de las checas que operaron en Valencia fueron las siguientes:

  • Checa de Santa Úrsula, ubicada en el convento de Santa Úrsula, en la plaza del mismo nombre. Fue creada por antiguos integrantes de la Checa de Marqués de Riscal tras acompañar al Gobierno en su traslado a Valencia.​

Con la llegada a la presidencia del Gobierno de Juan Negrín, y la sustitución de Ángel Galarza por Julián Zugazagoitia como ministro de la Gobernación, fue perseguida por las autoridades republicanas la actuación de estos servicios especiales al margen de la ley. La disolución de las checas, con el consiguiente cese de los paseos incontrolados en Valencia, contó con el apoyo explícito del presidente Negrín.

Barcelona

En los primeros momentos de confusión, la represión en Barcelona fue encabezada por los anarquistas a través de las Patrullas de Control. Entre los líderes de estos grupos se encontraron nombres como los de Dionisio Eroles y Manuel Escorza. Estos grupos crearon checas en las que se detenía a sospechosos y se decidía su "paseo".

El líder nazi Heinrich Himmler visitando la checa barcelonesa de Vallmajor, en 1940.

Más adelante, la represión cambió de protagonistas. El responsable de la NKVD en Cataluña, Ernst Moritsovich Gere, conocido también como Pedro, fue uno de los principales promotores de las checas barcelonesas.​ Alfonso Laurencic fue el principal promotor, ideólogo y constructor de las checas del Servicio de Investigación Militar (SIM) de Vallmajor y Zaragoza en la Ciudad Condal.​ En ellas, diseñó unas celdas de tortura de carácter innovador. Consistían en pequeños cubículos alquitranados, para que se recalentaran con el calor del sol. La tabla que servía de cama estaba inclinada para impedir el reposo. Una serie de ladrillos colocados por el suelo impedía pasear por el recinto. 

En cuanto a las paredes, alguna era curva y todas estaban decoradas con motivos geométricos que creaban ilusiones ópticas y simulaban movimiento. Por último, se seleccionaban los colores para producir inquietud en el recluso. El resultado era un entorno desquiciante que rompía los nervios de la víctima.​

César Alcalá contabiliza y enumera un total de 46 checas,​ algunas de las cuales son:

  • Checa de Vallmajor, también conocida como «Preventorio D».​ Estaba ubicada en el antiguo convento de Magdalenas de la calle Vallmajor. Como muchas checas de Barcelona, dependió en un primer momento del Partido Socialista Unificado de Cataluña, y más tarde del SIM, adscrito al Gobierno Central, hasta octubre o noviembre de 1937. El preventorio D, y un chalet situado en la acera de enfrente, formaban la sección sexta del SIM.
  • Checa de la calle Zaragoza, ubicada en el antiguo convento de religiosas sanjuanistas, también llamada «Preventorio G».​
  • Checa de la Tamarita, dirigida por agentes soviéticos.​
  • Checa del Seminario, adscrita a la FAI hasta la derrota de la CNT en 1937, en que pasa a ser controlada por el SIM.
  • Checa de San Elías en la calle del mismo nombre.

Lérida

También dentro de Cataluña destacó el Comité de Salud Pública de Lérida, organismo controlado por el POUM que acabó con la vida de más de 250 personas durante el primer mes de la guerra. Posteriormente, el «tribunal popular» que se creó para dar cobertura a la represión de supuestos contrarrevolucionarios acabaría con otras tantas personas. Su celo sería elogiado por la prensa local, que alababa «la no sujeción de las sentencias a las normas de ningún código».

Málaga

En Málaga, tras un breve período en el que coexistieron distintos centros de poder, acabó imponiéndose un Comité de Salud Pública controlado por la FAI.​ Entre agosto y septiembre, unas 1100 personas fueron asesinadas en la ciudad.​ Un número significativo teniendo en cuenta la población de dicha capital. A pesar de las condenas públicas hechos por partidos y sindicatos, los asesinatos continuaron hasta la caída de la ciudad en febrero de 1937,​ cuando fueron sustituidos por una salvaje represión de signo contrario.

Murcia

En Murcia existió una checa controlada por el PCE ubicada primero en la calle del Triquete y luego trasladada a un edificio sito en la calle Frenería (a espaldas de la calle Madre de Dios). La dirigían Ramón Torrecillas Guijarro y Domingo Ranchal, policías provisionales que llegaron a la ciudad junto al gobernador civil comunista Cabo Giorla. Crearon varias brigadas que practicaron registros, detenciones, torturas (como simulacros de fusilamiento) y asesinatos. Dentro del clima de enfrentamiento entre diversas fuerzas políticas, la actuación de la Checa de Madre de Dios fue denunciada por socialistas y anarquistas y trascendió a la prensa, conduciendo a la intervención de las autoridades. 

Los chequistas fueron detenidos por orden judicial y la prensa libertaria cifraba en sesenta el número de personas que habían pasado por sus manos. Meses después no se había celebrado juicio alguno y el Partido Comunista reclamaba la liberación de los detenidos, a los que no consideraba merecedores de castigo. Fuera de esta checa, existieron otros locales que no eran expresamente denominados «checa» pero en los que también se torturó y asesinó a detenidos; principalmente en locales de partidos políticos.

Tras la guerra, el nuevo régimen del general Franco instruyó la Causa General, en el curso de la cual fueron juzgadas veintiuna personas implicadas en los hechos. El fiscal solicitó penas que iban desde la pena de muerte en el caso de Ranchal hasta los seis años en el caso de José Carva Rey; en este caso a pesar de reconocerse expresamente que «había tenido una actuación moderada, sin que se le conociese intervención contra las personas de significación nacional, ni participase en malos tratos», evidenciando así que también la represión franquista se movía por criterios más políticos que jurídicos

Fuente Wikipedia


La «Brigada del Amanecer» al completo. Era la checa dirigida por
García Atadell que aparece en el centro

El bando conocido como “republicano” que fue el gobernado por la coalición de izquierdas denominada Frente Popular durante la Guerra Civil suele ser presentado por sus defensores como el paradigma de la libertad y el respeto a los derechos humanos. Sin embargo, esto dista mucho de ser así. El bando frente populista se lanzó en manos soviéticas desde casi el principio de la guerra y no dudaron en importar sus métodos de tortura a España. Estos eran aplicados en las checas o cárceles que los diferentes partidos políticos organizaron en numerosos municipios, especialmente en Madrid, Barcelona o Valencia.

Enumeramos a continuación alguno de los métodos de tortura más habituales y el nombre con el que eran conocidos por los carceleros de izquierdas, que no contentos con el dolor que causaban a los detenidos, ironizaban al establecer las denominaciones: Fuente


Las diversas técnicas de tortura en las checas

Hay que decir que algunas de las prácticas eran totalmente innovadoras en España, y esto fue ‘gracias’ a la llegada de activos de los bandos estalinistas al país para reforzar al Frente Popular.

“El submarino seco”: si la víctima no hablaba, le encasquetaban una bolsa de plástico que le cubría toda la cabeza hasta el cuello ajustándola al mismo, con el objetivo de generarle asfixia. A veces también utilizaban un cinturón que ceñían alrededor del cuello para provocar estrangulación.

“La banderilla”: consistía en inyectar en las manos y pies del preso, agua mezclada con heces para provocarles dolorosos abscesos en los miembros infectados y la disfuncionalidad de los mismos.

“Badajo”: consistía en colgar la víctima con las manos atadas en la espalda. Pasaban una cuerda por una polea y se la ataban a las muñecas, luego tiraban de la cuerda hasta que la persona quedaba levantada del suelo, hasta romperle los omoplatos.

“Empetao”: la víctima desnuda era atada en decúbito prono (boca abajo) sobre un banco con las piernas a cada lado. Los interrogadores le introducían a la víctima el cuello de una botella por el recto, empujando hacia dentro del intestino, una vez introducida media botella tiraban de ella, la cual hacía ventosa y succionaba la víscera. Si la víctima era mujer realizaban la misma técnica por la vagina.

“La ratonera”: consistía en colocar una rata dentro de una cacerola en la que sentaban a la víctima desnuda y atada para que no se pudiera levantar. Seguidamente con un infiernillo eléctrico procedían a calentar la olla, lo que provocaba que la rata quisiera salir de la misma al percibir el calor. La rata intentaba desgarrar un orificio a través del cuerpo de la persona para poder escapar.

“El collar eléctrico”: Se colocaba un collar de bolas metálicas alrededor del cuello de la víctima que iba conectado a un cable a través del cual se le administraban descargas eléctricas reguladas en intensidad.

“La ducha fría”: la ducha era un pequeño cuarto en cuya parte exterior se hallaba instalada una manguera que introducía agua fría a gran presión. En el se encerraba a la víctima completamente desnudo y era sometida a una prolongada y violenta ducha.

“La argolla”: consistía en colocar a la víctima desnuda, atada de manos y colgado por un pié en una argolla con la cabeza hacia abajo, sumergiendo la cabeza de la persona a la altura de la nariz en un recipiente con agua o excrementos mientras era azotado. Para poder respirar debían contraerse, realizando un esfuerzo inhumano hacia arriba para sacar la nariz del líquido.

“El gancho”: la víctima era atada por las muñecas y colgada de un gancho fijado en el techo. A los pies de la víctima se ataba pesas, a fin de producir una mayor tracción sobre sus articulaciones. Suspendido de esta forma y desnudo, era azotado para que confesara.

“El tizón”: la víctima era atada por las muñecas a un gancho en el techo con los pies en el suelo. Mientras era interrogada se le producían con cigarros o con una plancha de ropa quemaduras en el tórax y abdomen.

“El pozo”: la víctima era introducida en una estrecha estructura de madera sobre un pozo. En ella se montada una polea para hacer descender o izar al prisionero. Así podían sumergirle la cabeza en el agua el tiempo que quisieran y prolongar la sensación de ahogamiento.

“El gomazo”: consistía en colocar alrededor de la cabeza una goma elástica ancha a la altura de la frente. De dicha goma colgaba una campanilla de la que trababan y soltaban para que la campanilla metálica impactara contra el cráneo durante el interrogatorio.

“Quebrantahuesos”: con una tenaza de punta hueca luxaban la falangeta de cada dedo, posteriormente luxaban la falangina y finalmente las falanges. En ocasiones también lo hacían con los dedos de los pies. Con un artilugio denominado “Talón de Aquiles” luxaban todas las falanges de la mano a la vez.

“El deposito”: Consistía en cerrar a la víctima a obscuras en una pequeña habitación que se utilizaba como depósito de cadáveres. En dicha habitación se encontraban diversos cadáveres compañeros de la persona que habían sido asesinados al aplicarles las técnicas de tortura. En el habitáculo había un fuerte olor a cadáveres en descomposición. Podían pasar ahí varias noches.

“La bañera”: consistía en interrogar la víctima dentro de una bañera con agua fría jabonosa donde en su fondo habían depositados trozos de vidrio. La persona estaba con las manos atrás y atadas por las muñecas, mientras su cuerpo se iba cortando con los vidrios.

“Echar a los cerdos”: En los patios de algunas checas como la de San Elías, se criaban cerdos. La técnica consistía en realizar a la víctima varios cortes profundos por las piernas a la vez que era lanzado al centro de la piara, los cerdos al percibir el olor de la sangre la agredían a mordiscos hasta comérsela viva. En ocasiones hacían presenciar la tortura de su compañero, a la víctima que sería interrogada después. O bien ya difunta, el cuerpo de la víctima era troceado y lanzado como alimento. Fuente




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